Intérpretes: Luciana Vivas, Rubén Sosa, Guillermo Rocha, Maricel Farías, Roxana Lúder.
Sala A. Pasaje Dardo Rocha, La Plata.

Un fragmento:
Padres e hijos acaban de jugar al pesca mágic.
Teresa
Pi, pi, pi-pi, pi, pi dando vueltas los pescados podridos éstos…
Víctor
Mirá, Teresa, qué maravilla.
Teresa
(Duplica su enojo) Qué “qué maravilla”, esto es de cuarta, berreta. Habría qué prohibirlo. Subirle los impuestos...
Víctor
No, Teresa, mirá.
Víctor le mueve la cabeza a Teresa haciendo que dirija su mirada hacia Guille y Natalia. Teresa cambia el talante y se conmueve.
Teresa
¡Ah, qué divinos! ¡Sacales una foto, Víctor!
Víctor se para sin saber para dónde arrancar. Natalia se despega un poco de Guille, como intimidada.
Teresa
(Agitando sus manos) ¡Dale, Víctor, que se desarma!
Víctor por el escenario busca sin hallar, hasta que recuerda y vuelve.
Víctor
La presté a la cámara, Teresa.
Teresa
Pero, sos bolas tristes, Víctor. Después no te la devuelven; como el freezer de tres puertas: nunca más. (Transición) Pero miralos, juntos, como cuando eran chiquitos. Eran tan lindos y buenos. Se cuidaban tanto. (Transición) Después se pusieron grandes y perdieron un poco la gracia.
Víctor
Sí. Después al alcornoque éste (señala a Guille) le dio por cagarla a patadas en el culo a cada rato.
Teresa
Bueno, pobrecito. Es comprensible. Todos los hermanos se pelean, Víctor.
Víctor
(Nostalgioso) Qué épocas aquellas.
Teresa
Ay, sí. Vos no olías como ahora, Víctor.
Víctor
Y vos todavía te depilabas las piernas y te afeitabas las axilas, Teresa. (Piensa) Además el olor a sobaco ya no es mío, quedó en las camisas de tanto esperar en el canasto para ser lavadas.
Teresa
(Para distender) Bueno, bueno, shh.
Víctor
(A Teresa, Por lo bajo) No me digas, “shh”.
Guille en un impulso ciñe más a Natalia con su abrazo. Mira a sus padres, eufórico.
Guille
Cuéntennos.
Teresa ¿De qué? ¿Del olor a chivo de Víctor?
Víctor
¿De la lima que Teresa tiene en las piernas?
Natalia
No, de aquélla época, cuando eran recién casados.
Víctor
No quisiéramos aburrirlos...
Teresa
(Recuerda) ¡Del piso sin cerámicas!
Víctor
¡Del rastrojero que tenía!
Teresa
¡Del televisor Noblex blanco y negro!
Víctor
¡Uh, pesaba como un burro muerto el televisor ése! (A Natalia y Guille) Cuando estaba embarazada se lo tenía que llevar todas las noches a la pieza. Un antojo.
Guille y Natalia hacen muecas, parecen prestar atención. Teresa y Víctor, nostalgiosos.
Teresa
Hasta 1993 tuvimos el televisor blanco y negro porque Víctor decía que la televisión en colores no iba a prosperar.
Víctor
Le erré, uno no es “perfeto”.
Teresa
Perfeccto. Cuando veía por tele algún modelito que me gustaba y quería mandar a hacerlo, a la hora de elegir la tela no sabía qué colores se usaban. Víctor recién compró el colores cuando salió lo de la televisión tres dimensiones y el osito Teddy. Antes me tuve que morfar todas las novelas en blanco y negro. (Recuerda) ¡Rosa de lejos!
Víctor
¡Uh, lloraba como un cangrejo!
Teresa
¡Sí, cómo lloraba!
Víctor
(Serio) Llorabas como una pelotuda, Teresa.
Teresa
(También seria) Yo no lloraba como una pelotuda.
Víctor
Sí, llorabas como una pelotuda y para el entierro de mamá no lloraste ni ah.
Teresa
Es que estuvo mal organizado ese velorio, Víctor, me agarró de sorpresa. Vas a ver cuando se muera tu papá vas cómo lloro.
Víctor
(Intentando distender) Bueno, bueno.
Teresa
(Cambia el talante) Sabés de qué me estoy acordando... de esa vez para navidad...
Víctor
¿Qué vez? ¿La del chancho...?
Teresa
¡Ésa!
Víctor
¡Ah, te acordás!
Teresa
(Un poco harta) Sí, Víctor, te estoy diciendo que me acuerdo.
Víctor
(A los hijos) Cuando nos casamos éramos muy pobres. Un día, un veinticuatro de diciembre, ya no me quedaba ni un peso y Teresa, arrebatada como siempre, había invitado a toda la familia a pasar noche buena, sin consultarme; (Con fingida simpatía) ella siempre creyó que a la plata la cagan los perros... Bueh, sin más remedio, agarro la escopeta de dos caños de papá, me subo al rastrojero que tenía y me voy por las afueras. En eso veo una chacra en la que parecía no haber nadie; seguramente se habían ido a pasar las fiestas a otro lado. Estaciono, le pongo un cartucho a la escopeta y despacito, entre los yuyos, me voy acercando hasta el chiquero. Entonces lo veo: un chancho grandote, imponente, hermoso; sobresalía entre todos los otros. Le apunto y zas, le reviento la cabeza de un tiro: cae redondo, mientras los otros chanchos chillaban como cerdos. Lo agarro de la cola y lo arrastro hasta la chata. ¡Pesaba! Lo cargo y se lo llevo al viejo Ortuza, tío segundo del que... (todos asienten) ...para que lo pele, y cuando el viejo lo ve me dice “pero no, Víctor, esta carne es incomible de dura, ¿no ves las pelotas que tiene? ¡Esto es un padrillo, animal!”. Claro yo que le iba a andar mirando las pelotas a los chanchos, lo vi como para llenar a toda la familia y le zampé, nomás. Lo tuve que tirar en una zanja de por ahí. Parecía un dinosaurio de grande que era. Tuvimos que fingir que Teresa se había descompuesto y la llevamos al hospital, para suspender todo.
Teresa
Cinco Decadrón me pusieron las podridas de las enfermeras. Y no tenía nada. (Ríe) Me dejaron el traste como un pisa papas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario